El estudio de las comunidades indígenas parece que no deja de sorprender a los especialistas. Nicole Searcey, bióloga y becaria Fulbright de la Universidad de Nebraska encabeza, desde la Universidad de Tarapacá, una investigación, junto a expertos del Centro de Investigaciones del Hombre del Desierto (Cihde). Esta se realiza en el sitio arqueológico de Chacarilla 15, Arica, y trata sobre la alimentación de quienes poblaban hace casi 6.000 las costas desérticas del norte del país. Era sabido desde hace dos décadas, que la cultura Chinchorro se alimentaba mayoritariamente de recursos y algas marinas y carne de camélidos. Lo descubierto ahora es que los vegetales también formaban parte de su dieta.

La investigación arrojó que la flor de la totora (Typha angustifolia), cuyo tallo era utilizado por los Chinchorros en las prácticas de momificación, también fue parte de su alimentación. Millones de granos de polen, la fracción masculina de la flor de la totora fueron descubiertos en el análisis de muestras de coprolito humano (feca), desechos botánicos de hace 5.830 años de antigüedad. Los pueblos costeros centraban su dieta en productos marinos, según determinaban los implementos de pesca hallados en las excavaciones y los análisis de huesos encontrados allí. Pero faltaba confirmar qué otro tipo de alimento contribuía a conservar los cuerpos en el tiempo, sobretodo porque no había en esa época gran disponibilidad de plantas comestibles en las desembocaduras de ríos, ni señales de cultivos de alimentos vegetales.

El polen fue identificado así, como el primer tipo de planta consumida por los Chinchorro, por cuanto había alta concentración de la misma en la muestra de fecha estudiada. El polen es considerado definitivamente muy nutritivo y otras culturas consumían pasteles de este elemento, que requiere de cursos de agua cercanos para subsistir. Las semillas de totora aportan carbohidratos por su contenido de almidón, pero la investigación aún debe determinar si ésta es una razón para su consumo o era solo por gusto.